Sambucus

El viejo saúco tendió sus manos,
Y se entregó al invierno,
Entre rastrojos de hielo
Y lágrimas de lluvia.
Cuando el otoño incendió todas sus tardes rojas,
Cerró sus ojos, como un monje que medita,
Canturreando su mantra de viento.
Sólo resiste -y resistir es lo más importante- mientras mira el horizonte.
Debajo de la corteza está su savia, medio muerta.
Todo su ser es química.
Toda su esencia es resistencia.
Ha conocido el canto de muchas aves,
Gorjeos alegres llenos de vida,
Y oscuros llantos de muerte.
Dios no envió a ningún pajarillo,
Para que entonara un canto divino,
Al cobijo de sus ramas.
No intenta ser otra cosa mas que química.
Sólo resiste, mirando el horizonte.



El saúco venció al invierno, y se despeinó de primavera.