¡Ven al mercado!

Me gustan los mercados...y sus circunstancias.  
Mosaicos de colores construidos con frutas y verduras.
Los puerros apilados, los tomates, las cerezas, las setas,  
Un enjambre de uvas, un caos de melones y sandías... 
¡Y que el hombre del puesto grite los precios al viento! 
También disfruto con los pescaderos que conocen su oficio,  
Y limpian una corvina, o un rey, "en menos que canta un gallo".  
Y con los carniceros, que a golpe de machete, deslían un costillar, 
O cercenan con su afilado cuchillo, un solomillo de ternera. 
Me agrada, que aquel artesano, con su eterno aroma de cuero, 
Me enseñe sus carteras y sus botas.
Ha creado algo que no existía, y por eso me gusta. 
...Y el zapatero remendón, y su universo de zapatos, 
Hormas, cordones y hebillas, girando en completo desorden.  
Prefiero las panaderías con olor a leña, las joyerías,  
(dónde hay joyeros mirando afanosamente por sus monóculos),  
y las tiendas de ultramarinos con sus construcciones de latas de conservas. 
Me encanta ver a un afilador, persiguiendo su melodía. 
Por todas estas razones (y por algunas otras...), odio los supermercados.