Mañanas

Cristales de puro hielo,
en la mañana desnuda,
cortocircuitan el cielo.
Brillan como un cuchillo,
ávido de muerte blanca.
Clavan su luz en la cara,
en las manos ateridas,
y en los ojos somnolientos
que desafían la helada.
Náufragos desorientados
caminan por las calles.
Se asemejan a narvales
salvajes y fantasmagóricos,
exudando su hálito vital.

Corre...

Corre hacia algún lugar escondido
en dónde no haya predicadores,
hipotecas, regulación del aparcamiento,
planes de pensiones, televisión por cable,
eventos deportivos...
Bancos que financien tu miseria,
y multipliquen su riqueza.
Empresas que chupen tu sangre,
para mejorar su productividad.
Credos que debas profesar
por el articulo 33.
Huye de los individuos fabricados en serie,
clonados de una materia vulgar, y descolorida.
Escapa de la gente perfecta.
Crece como una flor...
 salvaje,
       callada,
              única,
                    inocente
                            libre.

Poemas que me encuentro...

Bar el Grifo. León 18 de Octubre 2015. 
Libre te quiero.
Agustín García Calvo.


Ciudad grande, va deprisa...

La venas de la ciudad son negras.
De asfalto negro, de escarcha negra.
Rosas y lirios de sangre llevan,
manos abiertas como azucenas.
Y otras cerradas y fatigadas,
Pútridas sombras
ajadas y viejas.

Las venas de la ciudad,
son metálicos raíles,
sepultados y largos,
como la reata de sueños
de los espectros que te miran,
siempre de paso,
allí enterrados.

Decálogo

Pasear, es estirar el alma.
Lavar lo que está sucio,
ahí adentro, y tenderlo al sol.
Si además canturreas,
y usas la cadencia de tus pasos,
como un metrónomo,
en unos pocos compases,
te sentirás feliz.
El bienestar conseguido
es directamente proporcional,
a la distancia recorrida.
Montar en bicicleta produce
un efecto equivalente,
aunque hay que prestar,
mayor atención a la conducción.
Más de un ciclista, ensimismado,
pedaleando en un halo de felicidad,
y con el viento acariciando su cara,
ha tenido que ejecutar un rápido
requiebro, de manillar,
para no terminar abruptamente
su paseo velocípedo.

Decidle al viento...

Decidle al viento que silbe su tonada,
esa que acaba de aprender,
que levante a la piedras, su alborada,
y las vista de luz el amanecer.
Despertar, paredes de caliza,
desperezaros, vigas de madera,
ventanales y galerías de antaño,
rojas tejas de arcilla y barro,
aleros tallados de filigranas.
Caminos antiguos, enseñadnos
de dónde venís, tan cegados
de soledades.
Hora es de que se vuelva rojo el llar,
y chirríen en él, el roble y el haya.
Que se escuche la xácara de los niños,
tal y como se sintió en aquel otro tiempo.
Que no reviente tu güerta de yerba verde,
que el orégano impregne las cocinas,
y la hortelana te vuelva a besar.
Que tus pies sean lláganas
que soporten tu cuerpo.
Y que este verano cálido, y perezoso,
se quede con nosotros, para siempre,
y se contagie como una epidemia del alma.

A un jilguero

Veo un jilguero desde mi ventana.
Poca cosa, dirán algunos.
sólo un pájaro pequeño,
y sin importancia.
Pero su alma frágil es de luz
rutilante e inalcanzable,
y su débil aliento,
es el suspiro de la tierra misma.
El aire que lo sustenta es un lienzo,
y los colores de su plumaje,
su titilante pincel.
Y cuando vuela
va pintando una acuarela.

Pequeños mundos de papel.

Hay mundos ocultos, que casi nadie conoce,
y que, escondidos y apretados en sus cabezas,
arengan el alma exhausta de los poetas.
Lugares entre la genciana y la hierbabuena.
Entre el sueño y la vigilia de una noche de verano,
llena de aire caliente y rojo,
que explota dentro del cuerpo.
Entre el rocío, que al amanecer,
mana gota a gota entre los sueños de los hombres.
Entre los frutos que caen inertes en Otoño,
repletos de vida, sobre la tierra..
Entre el viento que viene a nuestro encuentro,
y nos habla en un extraño idioma,
que sorprendentemente, entendemos,
pronunciando palabras arrojadas al mundo,
por bocas extrañas y desconocidas.
Entre la tristeza del día que se muere,
al caer la tarde, con luces de sangre
y trinos de aves plañideras.

El mar

Si quieres sentir del mar,
has de entregarte desnudo,
pequeño y sin soberbia.
Descalzo, pero sin penar...
humilde pero riéndo.
No debes pedirle nada,
ni nada has de dejarle.
Si quieres sentir del mar,
ha de escuchar tu alma,
el canto de eternidad,
de sus olas esmeralda.

Bandera

Con la luz de primavera,
que entra hoy por mi ventana,
voy a hacer una bandera,
como a mí me venga en gana.
Y no me gustan las banderas.

La voy a tejer de verde,
por deseo de esta tierra.
Si ponemos la simiente,
la regamos y cuidamos,
brotaremos de su vientre.

Que comprenda a mucha gente,
descalza sobre la yerba,
y que nada sea urgente,
que ya la vida te lleva...
con el viento de poniente.

En este lugar, ten presente,
no quiero ricos ni pobres,
religiones ni creyentes.
Ni leviatanes ni dioses,
ni reyes condescendientes.

Y que nos dejen estar
en el bosque de colores,
y podamos encontrar,
un campo de negras flores,
si lo queremos buscar.

Rock

Ven gritando,
vacilando versos
en la barra de un bar,
desgañitándote,
por no volver a llorar,
vociferando,
para que no se escuchen
los insulsos poemas
que recita el amo.
Pataleando para que no
te lleve la corriente,
y poder arriar las velas,
cuando quieras,
y sentirse diferente.
Despotricando,
Para que te dejen en paz.

Sueño Cibernético

He soñado con un campo inmenso, casi infinito,
modelado en tres dimensiones.
Una especie de malla de energía,
creada por supercomputadores,
que a su vez, fueron creados por seres humanos.
Contiene toda la información que existe,
y se va incrementando, sin límite.
También he visto unos seres sobre el campo.
Se alimentan de él, de sus datos.
Los necesitan para sobrevivir.
Algunos son una amalgama de carne, huesos, y circuitos de silício.
Otros son enteramente electrónicos, aunque con ideas humanas,
si es que las ideas, han sido exclusividad de los humanos, alguna vez.
Están todos conectados.
Los que todavía tienen un cerebro biológico, desaparecerán pronto,
aunque no del todo, ya que replicarán sus conexiones neuronales
en un circuito digital, y seguirán viviendo...para siempre.

Abedules

La vida es un reguero,
que va escurriendo
de un nevero blanco.
Parece que se va deshilachando lentamente,
pero salta y corre y lo deja todo atrás,
siempre condenado a ir hacia el valle.
Observa a los abedules en su atalaya.
Son los únicos que soportan el viento del norte,
los mas altaneros de todos.
Pero no comprende su belleza, ni su resistencia.
Su desolación, y su soledad blanca y fría.
Aún así memoriza su color, su forma, sus hojas...
El reguero llega  al valle,
y se une con otros arroyos.
Mas tarde llega a ser un río
con un caudal de piedra y tiempo.
Y por fin lo entiende todo.
Comprende la resistencia y la sobriedad
La risa y el llanto, las palabras que se dicen,
y las que nunca llegan a pronunciarse.
Todo lo que ha vivido, se muestra claro, de repente.
Se acuerda de los abedules.
Nieva y nieva...  blanca corteza de abedules.

Perdonad que me ponga serio....

Ya lo habéis jodido todo.
El mundo limpio y azul,
salvaje e inmutable,
guardián de su cólera y su belleza.
¿Dónde está ahora?
En los versos del atardecer
hay sangre decadente y callada.
No hay charco en el que se pueda beber,
Solo está limpia el agua
de vuestras botellas de plástico


Dime
cuando
llegará
la
primavera,
que
me
quiero
esconder
entre
las
flores,
a
mirar
las
lavanderas.

¿Adónde regresar si ya no existe
el hogar en que vivimos?.
¿Adónde soñar la brisa fresca
de la montaña, y el azul infinito del mar?
¿Adónde ir para volver a sentirnos
animales de esta tierra?

A
ver
si
pasa
ya
este
invierno,
que
florezcan
los
sollozos,
y
estirar
mi
cuerpo
al
sol,
y
mirar
los
petirrojos

Olvido 547

Si alguna vez te dejas algo olvidado en un hotel:

"Olvido 547", por favor, le dije a la recepcionista, al cabo de unos meses... 
¿Podría mirar, también, si me he dejado olvidados unos versos de Pesoa 
(estos me da igual recuperearlos o no),
y un poema de Nicanor Parra, que creo estará levitando por el baño?  
Éste último sí me interesa.
Además se debieron quedar por ahí, unos besos de tornillo,
que nacieron, a la luz de las estrellas. 
Creo que estarán cerca de la cama.
Debí olvidar, un par de amaneceres perezosos y un anochecer de ginebra 
mezclado con la sonata "Claro de luna", que brillaba en el club inglés. 
Se me extraviaron también, en la ducha, unos tarareos de Ara Malikian.
(con escenificación y todo...) 
Supongo que todo esto no lo habrán encontrado..
Por cierto, díganle a la pianista, que ha sido la mejor versión 
del "Claro de luna" que he escuchado nunca.

Los ojos del mendigo

Pido dinero, y lo que darme quieras, 
inclinado en la calle de la vergüenza, 
veo tu cara, o siento tu ausencia, 
en el vil tintineo de una moneda. 

Mis ojos murieron de ver las miserias, 

de vagar por un mundo que no me interesa, 
asustados y secos están en sus cuencas. 
Miran y callan, gritan y esperan.

Tan sólo un poema

Este es sólo un poema, 
que intenta retratar su alma, 
que se desvanece y encarna 
y se difumina en la niebla.
¡Quiere ser!, aun no es nada, 
un eco de sordos gritos,  
hilando nuevas tonadas. 
¡en una jaula de grillos...!

¡Que nieve, que nieve...!

Este año no nieva. 
Algo extraño está pasando hay arriba,
porque estamos en Enero, 
y ni rastro de la nieve. 
Necesitamos un cambio de color en esta ciudad.
Que se cubra de segundos plácidos y fríos,
que haya blanca excusa para todo lo imperfecto.
Quizás no nieve, por cumpla de la crisis.
A lo mejor el gobierno ha prohibido este tipo de fenómenos,
porque inciden negativamente en nuestra productividad.
Puede que ahora mismo, se esté debatiendo este tema, 
en un consejo de ministros extraordinario.
Tal vez sea, que nuestro vómito, pudre ya la tierra,
y que ya no la quedan ni lágrimas para llorar.

El fantasma de la Navidad...

Algún año de estos, deberíamos devolver 
la Navidad a su verdadero propietario.  
Enviarla -sin abrir- en su envoltorio,
de colores llamativos y campañillas confitadas. 
Y no me refiero a remitirsela a Dios, ni a Jehová, 
ni siquiera a Papa Noel o a Santa Claus. 
Hace ya tiempo que perdieron el control... 
Habría q devolvérsela a las multinacionales:
"Por favor guarden esto en el almacén mas oculto, 
en el lugar mas recóndito... 
O mejor aún, destrúyanlo.
¿Acaso no saben el daño que puede causar, 
en el alma inocente de un niño...?"

Deprisa...

Es moderno, y casi obligatorio, 
que hasta la cosas más insignificantes, 
hasta la tareas más intrascendentes, 
deban hacerse a "toda prisa". 
Incluso, atormentadamente, y con cierta desesperación. 
Si no, pareciera que fuesen algo vulgar y desfasado. 
Es un vértigo extraño, metálico, y afilado, 
que oprime la boca del estomago, como un eco 
sordo, que quiere salir, expandirse, explotar.

En este preciso momento somos tan sólo un pedazo de materia,
insignificante.
¿Para qué corremos tanto?.