13J

Del salón, en el ángulo imposible de la anacrusa,
se escapa una luz tenue que vibra en 5 por 8.
Pequeño aliento que emana la tribu estrafalaria
para alimentar el insaciable corazón azul.
Alguien ha dejado abierta la ventana,
y entra el aire perfumado del Índico,
encarnado en piel reseca de anciano pescador.
Remienda su alma con aguja pentatónica.
Ayer se veía El Aaiún por el ojo de buey,
y las olas amarillas bailaron al ritmo del bendir.
Miles Davis tocó su trompeta, el otro día,
parecía un loco, con sus ojos inyectados en swing.
Cayó al suelo, revolcandose entre alucinogenos calambres.
Thelonius Monk, pasó también, y se fue sutilmente,
dejando un acorde reverberando en el espacio.
¡Que pequeñita se ve la estancia desde lejos,
en el horizonte retorcido de Moebius!
¡Que lucecita, adentro, que nunca se apaga,
titilante estrella de un compás que va muriendo...!

Súbete a un árbol

Aprovecha y súbete a los árboles.
Encarámate a las hayas,
trepa por los castaños,
asómate entre las copas de las encinas,
a mirar con mimético disimulo.
Acomódate a horcajadas en las nogalas,
guarécete en las ramas de un manzano.
En los cerezos, lo suyo, es picotear
el fruto cual pájaro goloso.
Haz lo mismo en los ciruelos
de néctar de luz de oro.
Cuidado con los frágiles brunales,
precaución en los avellanos elásticos,
de verdes hojas de luna llena.
En los abedules hay que ser medio equilibrista,
experto trapecista y algo temerario.
Encima de un buen rebollo, te puedes sentir
como en el Serengeti, e incluso escuchar
cantos de Masáis, cernidos en el viento.
¡Aprovecha y súbete a los árboles!


Luz de Octubre

Los castaños explotan de fruto y amarillo.
Un ocre manto atrapa todos los otoños pasados
que vuelven ahora sobre los castaños,
para que veamos como se fue nuestro tiempo.
Hay una dimensión extraña en Octubre
que conecta los árboles y la vida de la gente,
que superpone todo nuestro tiempo
como capas de cebolla y de recuerdos.
Este fenómeno tiene un sonido característico,
que se puede escuchar si se presta la suficiente atención.
Es como un canto de sirenas, un revoltijo de pensamientos e imágenes
que tañe el viento sobre las hojas,
como una canción de la circular zanfoña…
El aire siempre es más denso en Octubre
y la luz es tan cristalina que nos deja
ver en el interior de las cosas...
nos permite mirar y escudriñar el tiempo.

New post

-Creo que debemos hacer un brainstorming,
que sea informal, un poquito cool, casual...
seguro que encontramos nuevas ideas.
Dependiendo del background de cada uno,
la aportación será más o menos fashion.
Si la cuestión al fin y al cabo,
es hacer un rebranding,
...que ya está todo inventado...
Con un coaching adecuado, podremos, sin duda,
lanzar una startup que nos posicione adecuadamente.
Creo que funcionará, Rodríguez...
ayer tuve un flash...durante el catering...

-¡Rodríguez...!. ¿Qué le pasa? ¿En qué está pensando?

-¡En que en este preciso momento me gustaría gritar!:

        ¡PEDÁNEO!
                   ¡ADEMÁN!
                               ¡HAIGA!
                 ¡CANTIMPLORA!
                                   ¡MINGITORIOOO!...

Mono homo

Derrama el pajarillo su canto lascivo,
pero el hombre no lo entiende.
La tierra baila su danza dextrógira
y amanece en Estanbul.
El hombre no lo entiende.
El jardín cercano a mi casa
es tan salvaje como todo el Masái Mara.
Un mono altivo y egoísta,
abraza inerte la tierra
y se pudre en el suelo
siguiendo la ley eterna e ineludible.

Marzo del 2017

Buscando como desenmarañar el tiempo,
sin más pretensión que la huida del campo de batalla,
la fuga de la mísera trinchera, la deserción programada.
La indiferencia hacia todos los estandartes.
Esperando que se arríen todas las banderas
y se icen todas y cada una de las personas,
como cuando se trepa por la cucaña.
Que los bosques crezcan hasta emborronar todas las fronteras,
y nadie sepa de dónde es, ni en que lado está.
Que desaparezcan los gentilicios, pero que perduren los lugares,
y que se invité a todo el mundo a cobijarse allí.

Aquella música...

Provenía, aquella música, del envés de las hojas,
del tintineo alegre de la lluvia de ayer,
de la futura ocurrencia de los dedos, la boca y el alma.
De los bosques que están adentro, escondidos en la ciudad,
de las sonrisas de nuestros hijos y nuestros padres.
¡Yo que sé de dónde venía..., ni adónde iba...!
Se acercaba, ya medio tocada por otros, pero sin un título,
sin ritmo ni tonalidad. Sin ser de nadie, pero siendo de todos.
Naciendo y muriendo en un mismo instante,
cantada y llorada  en el mismo compás
por una plañidera que se ríe a carcajadas.