Súbete a un árbol

Aprovecha y súbete a los árboles.
Encarámate a las hayas,
trepa por los castaños,
asómate entre las copas de las encinas,
a mirar con mimético disimulo.
Acomódate a horcajadas en las nogalas,
guarécete en las ramas de un manzano.
En los cerezos, lo suyo, es picotear
el fruto cual pájaro goloso.
Haz lo mismo en los ciruelos
de néctar de luz de oro.
Cuidado con los frágiles brunales,
precaución en los avellanos elásticos,
de verdes hojas de luna llena.
En los abedules hay que ser medio equilibrista,
experto trapecista y algo temerario.
Encima de un buen rebollo, te puedes sentir
como en el Serengeti, e incluso escuchar
cantos de Masáis, cernidos en el viento.
¡Aprovecha y súbete a los árboles!


Luz de Octubre

Los castaños explotan de fruto y amarillo.
Un ocre manto atrapa todos los otoños pasados
que vuelven ahora sobre los castaños,
para que veamos como se fue nuestro tiempo.
Hay una dimensión extraña en Octubre
que conecta los árboles y la vida de la gente,
que superpone todo nuestro tiempo
como capas de cebolla y de recuerdos.
Este fenómeno tiene un sonido característico,
que se puede escuchar si se presta la suficiente atención.
Es como un canto de sirenas, un revoltijo de pensamientos e imágenes
que tañe el viento sobre las hojas,
como una canción de la circular zanfoña…
El aire siempre es más denso en Octubre
y la luz es tan cristalina que nos deja
ver en el interior de las cosas...
nos permite mirar y escudriñar el tiempo.